jueves, 20 de septiembre de 2012

Claustrofobia

La Claustrofobia es un miedo intenso a los lugares cerrados. El Manual diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV, APA, 1994) la clasifica dentro de los Trastornos de ansiedad como una Fobia Específica, es decir, un miedo intenso y específico a situaciones y objetos concretos. Cuando la persona se enfrenta a ese objeto o situación experimenta ansiedad intensa de forma inmediata. La persona tiende a evitar la situación fóbica, aunque reconoce que el miedo es excesivo o irracional. Se realiza el diagnóstico de fobia específica sólo si la fobia interfiere significativamente en la vida cotidiana del individuo. Dado que la claustrofobia es un miedo a los espacios cerrados, las situaciones que se evitan son ascensores, túneles, el metro, habitaciones pequeñas, técnicas de diagnóstico médico como el TAC, etc. La persona no teme la situación en sí misma, sino las posibles consecuencias negativas de estar en ese sitio. Los miedos más frecuentes son quedarse encerrado o la asfixia (Rachman, 1997). La mayoría de los espacios claustrofóbicos conllevan un riesgo de quedarse encerrado (por ejemplo en un ascensor) y una restricción de movimientos, por lo que las personas con claustrofobia suelen sentirse muy vulnerables cuando se restringen sus movimientos. El miedo a la asfixia suele aparecer porque las personas creen que no hay suficiente aire en un espacio cerrado.
Cuando una persona que sufre este problema anticipa que va a entrar o entra en un espacio cerrado experimenta una reacción de ansiedad intensa (falta de aire, palpitaciones, mareo, etc.). Debido a esto, normalmente se evitan los espacios cerrados. Por ejemplo, subir por las escaleras 12 pisos antes de usar un ascensor, negarse a que le practiquen un TAC incluso cuando es necesario, no utilizar el tren o el metro, etc. Como en otras fobias específicas, la respuesta de ansiedad disminuye considerablemente cuando la persona abandona el sitio cerrado.

Entre un 2 y un 5% de la población general sufre claustrofobia. Su inicio se asocia normalmente con haber vivido una experiencia desagradable en un espacio cerrado (por ejemplo, quedarse encerrado en un ascensor). Sin embargo, el miedo a los espacios cerrados también se puede adquirir indirectamente, por recibir información sobre experiencias desagradables en espacios cerrados o ver a alguien pasar por una experiencia de este tipo (Rachman, 1997).

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